El hombre a veces huía, a veces disparaba una flecha; y en retiradas y acometidas y evoluciones atrajo al león hacia unos matorrales.
De pronto, al dar el león un salto, le falto tierra y cayó en un pozo profundo.
Quiso salir y sintió que unas fuertes ligaduras le ataban manos y pies, y todo el cuerpo.
Había caído en una trampa; estaba perdido. Después e bregar un rato lo comprendió, y murmuro con roncas voces:-mi padre tenía razón: debí huir del hombre; pero ya es tarde; y se dispuso a morir con dignidad, que es lo que todo el mundo debe de hacer cuando se convence de que la muerte le llega.
El león se quedo inmóvil y doblo la majestuosa cabeza.
Al borde del hoyo se asomaron con curiosidad, el perro, el zorro y el mono; el águila se puso a plomo y miro desde arriba.
El hombre le arrojo una piedra al León a ver si podía aplastarle la cabeza.
Pero el león le dijo:
-No me pegues, ni me hieras en la cabeza que la tengo muy dura y tampoco ella es la culpable. Hiéreme con una de las flechas EN LOS OÍDOS; los culpables son ellos que no oyeron el consejo de mi padre; hiéreme en el corazón que no le quiso ni respeto como debía.
Y volviéndose el león presento el noble pecho.
El hombre que a veces es compasivo, atendió a su ruego; le disparo una flecha al león y quedo muerto en el fondo de la fosa.
El hombre se inclino gozoso, pensando:-Hermosa piel; se la arrancare en cuanto me asegure que ha muerto.
El zorro se deslizo mirando al hombre de reojo, y diciendo para si:-Ahora que estas entretenido, voy a comerme tus gallinas.
El mono salto sobre el perro, y en el se monto imitando al hombre; caballo perruno y caballo cuadrumano salieron corriendo por el bosque.
El águila se remonto diciendo:-El hombre mato al león; hay que subir mucho para que no me alcance; ¿Quién sabe si algún día me alcanzara?
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